Participantes Difíciles
- En Coaching
LOS PARTICIPANTES DIFICILES
En una reunión que usted anima o en el equipo en el que usted participa, se puede presentar que uno o varios participantes, en lugar de cooperar, dificultan su tarea y el progreso de la discusión. En ellos se revelan algunas veces fuerzas inconscientes más fuertes que los aspectos racionales.
Veamos estos prototipos de miembros difíciles, con sus síntomas, su diagnóstico y tratamientos posibles.
1- EL HOMBRE UNIVERSAL Y EL HOMBRE SUPERIOR
Son dos variantes del mismo prototipo: el primero tiene (o cree tener) conocimientos, sobre todo, y él dispone de soluciones para todas las ocasiones. El segundo sube más y es más capaz que los otros.
Ellos tienen una necesidad de afirmarse, que proviene probablemente de un sentimiento secreto de inseguridad, sobre todo en el caso del hombre que se cree superior. A nivel consciente, este último puede querer manifestar que él está aquí contra su voluntad o que en su medio él es considerado como alguien cuya palabra es el “evangelio”.
Su caso es bastante delicado, porque ellos poseen algunas veces una verdadera experiencia y son capaces de aportar ideas válidas. Pero esta superioridad demostrada en esta forma chocante creará hostilidad y conflictos. Su comportamiento puede igualmente significar que ellos quieren ser el conductor de la reunión.
Cuando sus pretensiones son sin gran fundamento, es relativamente fácil de hacerlo ver: tome el argumento de una de sus afirmaciones y envíelo al grupo para su discusión general. Los comentarios y reflexiones de los otros miembros del grupo podrán reducir a su justo valor sus argumentos y pretensiones y hacerle ver que los conocimientos y opiniones de los otros cuentan al menos igual que los suyos.
2- EL AGRESIVO Y EL ANTAGONISTA
El agresivo interviene siempre de una manera violenta que indispone a los otros miembros, desencadenando sobre todo conflictos más entre las personas que entre sus ideas y opiniones. Es una persona que busca los enfrentamientos. Espera que los otros emitan una idea, sometan una solución para decir “yo estoy contra” y desarrollar argumentos que la destruyan.
Se trata probablemente de personas que han tenido experiencias poco afortunadas en la vida familiar o profesional, han experimentado numerosas decepciones y se sienten frustrados.
Por su comportamiento, ellos compensan en parte un sentimiento profundo de inferioridad. Es el hablarles con cortesía, pero de manera firme, haciendo sobresalir lo que en la intervención puede ser utilizado positivamente, y estimulándolos a desarrollar el aspecto positivo de una pregunta de la cual sólo ellos han visto su lado negativo.
Este tipo de participante puede ser útil en el caso que en el progreso de la discusión parece muy rápido, dejándose de tratar aspectos importantes y evitando el fondo de las cosas. o también en el que todo parece simple, o se llega a un acuerdo unánime sospechoso y en estas ocasiones el animador debe utilizar este tipo de participante para provocar una real discusión sobre el tema.
3- EL MONOIDEISTA
Presenta la misma idea, bajo formas variadas en todas las ocasiones, o reduce todo al mismo punto de vista.
Hágale confrontar sus ideas (o mejor su idea) con las de los otros participantes, presentándolas como de igual valor. Si esta acción no tiene éxito, será necesario, cada vez que el comience a insistir sobre su idea, resumir lo que ha dicho y pasar a otro tema.
4- EL CENTRIFUGUISTA
Una vez que abre la boca él abandona el tema de la discusión para hablar de otra cosa. Si reincide, dígale: “Esto que usted nos ha hablado es interesante pero puede conducirnos fuera del tema. Si usted lo desea, yo voy a solicitar al grupo discutir este aspecto, pero nosotros dos podríamos hablar del tema un poco más tarde”. Al final de la reunión su interés habrá tomado otra dirección.
5- EL DISPERSO
Es diferente del anterior porque si él se aleja del tema, sus digresiones abren algunas veces nuevas perspectivas. Cuando estas son originales, es necesario discutirlas con el grupo, sino solicitarle el establecer la relación entre sus digresiones y el tema que se trata.
6- EL HABLADOR
Habla extensiva y frecuentemente, sin que sus intervenciones aporten gran cosa. Esta necesidad de hablar puede corresponder a diversas motivaciones: él trata de dominar a los otros, porque hablando les priva de la palabra, o habla para escapar a su propio diálogo exterior. Es frecuentemente un ansioso.
Resuma brevemente lo que ha dicho y agregue: “yo doy ahora la palabra a …….. que desde hace rato parece que quiere decir algo al grupo”.
Otro procedimiento: usted le dice: “Interesante, excúseme de tomar la palabra, pero yo quisiera que hiciera una nota por escrito que comunicaré al grupo. Gracias”. Ocho veces sobre diez él olvidará hacerla, o retrocederá ante el esfuerzo de elaborarla.
7- EL SILENCIOSO
Al lado opuesto se encuentra quien casi no habla. Cuando alguien le hace una pregunta, responde muy brevemente y de una manera que no lo compromete. Este comportamiento corresponde, según los individuos, a motivaciones opuestas. El silencioso de tipo “I” no habla porque piensa, frecuentemente sin razón, que no conoce el tema suficientemente, o no tiene ideas interesantes para aportar. El puede en algunos casos haber estado bajo la represión o convencido de su inferioridad, cuando era niño a consecuencia de unos padres muy rígidos y autoritarios.
El silencioso de tipo “II” se calla porque se considera muy superior a los presentes, y no quiere discutir sus “brillantes ideas” con las otras ideas que se tratan en la reunión.
Se puede encontrar igualmente un tercer tipo durante las reuniones, el cual es excluido de las fuentes de información, encontrándose en una posición incómoda, pues no tiene suficiente material para participar en las discusiones. Por lo tanto, se refugia en el mutismo.
Con el tipo “I”, usted tendrá éxito probablemente estimulándolo a hablar, posiblemente haciéndole preguntas de una complejidad creciente a fin de entrenarlo, y al mismo tiempo haciendo que el grupo discuta lo que él ha dicho de positivo.
Con el tipo “II”, será más difícil hacer hablar a este personaje lleno de orgullo. Antes de la reunión o durante una pausa, usted puede solicitar a un participante hacerle algunas preguntas directas, pero no es evidente que este procedimiento le haga cambiar de actitud.
En cuanto al tercer caso, sería necesario que usted pueda elevar su posición de inferioridad frente al grupo, por ejemplo: haciendo resaltar sus intervenciones, al principio raras, que usted comentará de manera favorable y justa.
8- EL AFIRMATIVO
Podemos encontrar aquí dos de los tres casos de los tipos silenciosos. Uno de ellos dice: “si – si”, “claro”, “evidentemente”, “yo estoy de acuerdo”, para no dar opinión que el juzga sin interés, indigno de su contribución o de un tema que se debate sin altura y con soluciones mediocres.
Probablemente piensa: “yo prefiero aprobar, si no yo tendría que decir muchas cosas para arreglar la situación”. La agresividad se manifiesta en esta conducta.
Hay también el participante que tiene algo para expresar pero que no se arriesga a intervenir, será relativamente fácil hacerlo participar por medio de preguntas directas a las cuales él no podrá responder simplemente “si”. Por lo tanto, usted si le preguntará: “Qué es lo que encuentra útil en esta transformación_” y usted evitará preguntar “encuentra esta transformación útil_”.
9- LOS INDECISOS
Es el prototipo de persona que no se decide ni llega a tomar una decisión.
Tal vez no está seguro de lo que piensa realmente o bien tiene miedo de comprometerse con usted o con los miembros del grupo, puede también tener miedo de poner en peligro su posición al proponer algo que será rechazado por todos.
Estimúlelo para que participe, muéstrele que desde el principio de la Reunión ha habido aportes diferentes, algunas veces divergentes, por lo tanto tiene el derecho de expresar su opinión; usted debe ayudarlo con discreción.
10- EL PESIMISTA Y EL ESCEPTICO
La actitud principal del pesimista lo lleva a ver solamente lo que lo inquieta, lo aflige, o lo convierte en ansioso.
El escéptico tiene una posición intelectual rígida que se puede resumir en la siguiente fórmula: “yo no creo en nadie ni en nada, por lo demás, si fuera cierto nada cambiaría”.
Tanto el uno como el otro son probablemente personas con problemas afectivos, o que han sufrido decepciones muy frecuentemente. Hágales sentir que ellos tienen un puesto en el grupo, que ellos no han sido repudiados por el grupo. Y utilice sus objeciones y refutaciones, para controlar lo que otros miembros del grupo hubieran dicho sobre ellos.
11- EL PERFECCIONISTA
Es un perfeccionista, un detallista que no termina de detallar, analizar. El insiste porque se examine y clasifique todo, que se indique la diferencia exacta. Su cuidado de precisión es perfectamente loable, pero llevado a un grupo de exageración, se ejerce sin discriminación en los más pequeños detalles. Sería necesario de dirigirle hacia un papel positivo, como por ejemplo el de una persona que debe ejercer un control minucioso sobre las disposiciones legales de una organización. Si no dígale que con su exagerada actitud de detallar hará cuadruplicar la duración de la reunión, y sería incorrecto imponer esta situación a sus colegas.
12- EL CHISTOSO
Sí es útil de vez en cuando para romper la tensión, sobre todo si tiene realmente el sentido del humor, pero se convierte en un payaso cuando lo hace frecuentemente y fuera de lugar.
Este tipo de participante puede ser un nervioso que tiene necesidad de vivir en permanente agitación y a quien una participación esporádica en la reunión, le es insoportable. O alguien que quiere burlarse de una manera que él juzgue original. O a un miembro que está contra el grupo y que muestra su agresividad alejándose de su trabajo.
En este caso, hágale ver que él evita el problema en cuestión, rehúsa sus responsabilidades y que, si algunas veces apreciamos su humor, se le apreciaría más sus intervenciones serias que él es capaz de aportar.
13- EL MANIPULADOR
El trata – y algunas veces lo logra – utilizar el grupo para maniobrar en su beneficio, ya sea porque la idea se le ocurre durante las reuniones, y por lo tanto, trata de crear un sub-grupo durante los momentos de descanso, o ya sea porque él comenzó la reunión con un orden del día, que él mantiene secreto porque es fruto de las discusiones y presiones de un grupo extraño a la reunión.
Una vez que usted se da cuenta que él desvía sistemáticamente el tema de la reunión, usted hará que el grupo trate abiertamente este problema que presenta el manipulador y trate de que se le dé solución.
14- EL SABOTEADOR
Se le encuentra muy raramente. Es evidentemente muy peligroso. Hay la posibilidad de que alguien lo haya encargado de sabotear la reunión o que él lo haga por su propia cuenta; esto no cambia en nada las características de su personalidad típica, ya que seguramente ha tenido una vida afectiva muy pobre. El vive en un mundo que considera como no hecho para él, quiere vengarse de los demás.
Con esta persona hay que tratar que el animador en los descansos le permita aplicar su verdadero problema, si esto no es eficaz, entonces con la colaboración del grupo se le debe aislar. Este procedimiento lo conducirá posiblemente a dejar el grupo o inclusive la organización.
Además, este tipo de participante difícil se revela muy frecuentemente en el momento que él ha decidido dejar la Empresa, el partido, el sindicato o la asociación. Quiere por lo tanto sabotear la reunión para crear un problema antes de partir definitivamente.
Es necesario hacer notar, a propósito de este tipo de participantes, que los más característicos no se encuentran tan frecuentemente cuando usted anima una reunión en una Empresa.
Al contrario, usted los puede encontrar más frecuentemente en reuniones políticas, sindicales, o en asociaciones en las cuales él puede llegar a resaltar ciertas características personales.
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