Eres FELIZ en el trabajo?
¿Qué nos hace felices en el trabajo?
A primera vista, el nuevo puesto de María lo tenía todo: Una empresa solvente, proyectos interesantes, un sueldo estupendo, oficinas modernas, un cocinero francés, gimnasio, fruta gratis, masajes y un despacho con una vista impresionante.
María es una mujer simpática y atractiva de cuarenta y pocos años con una dilatada experiencia, pero ya en el primer mes del nuevo trabajo notó cosas que marchaban muy mal. La empresa ingresaba mucho dinero pero carecía completamente de valores sociales y humanos. La desconfianza, las luchas intestinas, las calumnias, las puñaladas por la espalda, el acoso sexual, la falta de respeto, la represión y las amenazas veladas eran el pan nuestro de cada día.
Se pasó el segundo mes cavilando sobre cómo dar la vuelta a la situación. El tercer mes, María se dio cuenta de que probablemente no podría cambiar mucho y que seguramente saldría perjudicada del intento. Dimitió sin haber encontrado otro trabajo.
Ahora María es editora de una publicación y además responsable de recursos humanos y ambiente laboral. Gana mucho menos pero su calidad de vida es mucho, mucho mayor. Así me decía: “Ahora creo fervientemente en la felicidad en el trabajo y quiero ayudar a propagar que ser feliz en él es posible”.
Está claro que los aderezos habituales que hacen aún más tentador un trabajo no amargan a nadie, pero por sí solos, no bastan. Como demuestra la historia de María, no importa lo bonito que sea tu despacho, los ceros de tu salario o lo rica que sea la comida si el ambiente que se respira en la empresa es malo.
Algunas de las cosas que queremos conseguir en un trabajo (el puesto, el sueldo, los beneficios asociados) no son en realidad las que nos hacen felices. No estoy diciendo que un sueldo abultado te vaya a hacer infeliz. ¡Al menos a mí nunca me pasó!, pero tampoco va a hacerte especialmente feliz.
Así que, ¿qué puede hacernos feliz? Pues el primer sospechoso es el trabajo en sí.
El trabajo en sí
Chris es un periodista que escribe sobre viajes, por lo que recorre los mejores parajes veraniegos y exóticos del mundo y puede probar los mejores hoteles y restaurantes. Hemos de admitir que es un trabajo que suena genial. Cuando le conocí, lo primero que pensé fue: ¿Cómo lo mato para quedarme con su trabajo?”. Pero la verdad es que Chris no estaba tan entusiasmado con él, porque nunca podía disfrutar realmente de sus viajes. Tenía que cenar en 4 ó 5 restaurantes distintos en una sola noche. Tenía que visitar 3 ó 4 hoteles al día sin poder relajarse en ninguno de ellos. También tenía que desplazarse a menudo en avión y pronto eso se convirtió en una pesadez.
Por otro lado, hablé una vez con Peter, un empleado de higiene pública (hace unos años hubiese sido un basurero) a quien le encanta su trabajo. Peter tiene que levantarse a las 4 de la madrugada, aunque la parte buena es que a las 12 ya ha terminado y tiene libre el resto del día. Le gusta trabajar al aire libre; se lo pasa en grande con los compañeros del camión; se aplica en su trabajo y le encanta la idea de ayudar a la gente.
El trabajo en sí puede hacernos feliz. Si eres un vendedor a quien le encanta hablar con clientes, un mecánico que adora arreglar cosas, un programador que se pirra por escribir código o una enfermera que disfruta cuidando a sus pacientes, es muy posible que seas feliz simplemente haciendo las tareas que conforman tu trabajo.
En cualquier caso, quiero dejar muy clara una cosa: La felicidad en el trabajo no es sólo para los afortunados que han encontrado su vocación. No es sólo para los que trabajan en lo que estudiaron. Aunque el trabajo en sí sea generalista, es posible estar encantado con él.
Aunque el trabajo sea perfecto, no hay garantías de que hacerlo te haga feliz. Si tu jefe es mala persona; si el ambiente es irrespirable; si abusan o se ríen de ti o te tratan injustamente, serás infeliz en tu trabajo, aunque lo que hagas te encante.
No es lo que tienes, sino lo que haces
Cuando preguntas a la gente qué les hace felices trabajando, más allá del propio trabajo, normalmente te dan toda una lista de las cosas que les gustaría tener, entre ellas un buen jefe, reconocimiento, un buen sueldo, compañeros simpáticos, donuts gratis, pasarlo bien, reuniones divertidas, tener ideas y muchas más cosas.
Esto aparece en la mayor parte de teorías y estudios realizados sobre satisfacción y motivación laborales que, sin excepción, se centran en lo que se ha de tener para que el trabajo te guste.
Sin embargo, la felicidad en tu trabajo deriva menos de lo que tienes y más de lo que haces. Puede que tengas un jefe estupendo, un equipo genial, proyectos apasionantes y que te diviertas un montón. Pero eso es así porque tú has hecho algo. Y que sigan así depende de lo que hagas hoy.
Además, aunque supieses qué es lo que necesitas para ser feliz en tu trabajo, te enfrentas aún a la pregunta obvia: “¿Qué hago para conseguirlo?”
Finalmente, concentrarte en lo que necesitas tener es pasivo, mientras que pensar qué hacer es activo. Tú tomas las riendas para crear el futuro que deseas.
Por eso cualquier teoría útil sobre los que hace feliz en el trabajo debe centrarse en lo que hacemos y no en lo que tenemos. ¡Por una extraña coincidencia, la teoría que te presento en este capítulo hace precisamente eso!
Seis acciones que nos hacen felices en el trabajo
Existen seis sencillas acciones cotidianas que propagan el buen humor y que nos hacen felices mientras trabajamos. Para ser felices en el trabajo tenemos que:
Ser positivos Aprender Ser abiertos Participar Buscar sentido Apasionarnos Estas seis medidas pueden aplicarse a prácticamente cualquier trabajo y entorno laboral del mundo. No sirven sólo para algunos sectores o determinado tipo de labores o trabajadores. Fíjate en que no es la organización, la empresa, la que es positiva, con ganas de aprender, abierta, participativa, con una actividad con razón de ser o apasionada: eres tú. Somos nosotros. La empresa debe ofrecer un entorno que facilite poder ser y hacer estas cosas, pero nos corresponde a nosotros aprovechar la oportunidad que nos brinda de llevarlas a la práctica todos los días. |
¿Le das prioridad a lo que te hace feliz en el trabajo o concentras tus esfuerzos en otra dirección? El problema es que mucha gente no tiene claro qué es lo que les hace felices en el trabajo, así que, aunque tienen las mejores intenciones del mundo, terminan haciendo cosas que no sirven de nada.
Examinemos más de cerca las seis cosas que nos hacen felices en nuestro trabajo:
Acción pro-felicidad nº1: Ser positivos “Tengo un compañero que casi siempre está contento”, dice Paul, un maestro de escuela de 28 años. “Podemos estar ocupadísimos, tener una tonelada de problemas, o haber un tiempo horrible. Da igual: él está siempre animado, relajado, positivo y optimista y ve siempre el lado mejor en todo y en todos. “Es como un salvavidas. A su lado te sientes siempre positivo, tranquilo. Notas cómo la gente se relaja y se vuelve más abierta y constructiva cuando trabajan con él. Su optimismo contagia a los demás, así que al final todos empezamos a ver más soluciones que problemas”. “No es que él saque adelante más trabajo que nadie, pero sí que creo que a él se debe gran parte del éxito de nuestro colegio, porque transmite una felicidad en el trabajo que se propaga a muchísima otra gente”. Ser positivo es una habilidad importantísima que se puede aprender, una habilidad que es la clave de la felicidad y del éxito profesionales. La gente positiva y los lugares de trabajo positivos eligen prestar más atención a las posibilidades, las soluciones, las ventajas y la diversión. No es que ignoren los problemas, las desventajas y las amenazas – ni mucho menos – pero sí se han dado cuenta de que ser positivo te hace más feliz y además, más eficiente. Los estudios psicológicos realizados demuestran claramente que no van desencaminados: En los años 60, Martin Seligman, un joven estudiante de psicología de la Universidad de Pensilvania, se encontraba ante un preocupante dilema. Había ideado un experimento rompedor consistente en aplicar a perros suaves descargas eléctricas que resultarían molestas para el animal, pero de ningún modo dañinas. ¿Debía seguir adelante y llevarlo a cabo? ¿Compensarían los beneficios potenciales que de la investigación las molestias que sufrirían los perros? Tras hablarlo con su profesor responsable, decidió realizarlo. Lo que descubrió estaba llamado a ser todo un choque (nunca mejor dicho) para el mundo de la psicología. En cada experimento se estudiaron tres perros. Al primero se le metió en una jaula especial y se le aplicaron descargas elécticas desde el suelo, de abajo a arriba, que se detenían cuando el perro presionaba un panel con el hocico. Es decir, el animal recibía las descargas pero podía detenerlas y aprendió muy rápido a hacerlo. El segundo perro recibía descargas cuando se le aplicaban al primero. Esto quiere decir que recibía exactamente el mismo número de descargas con la misma intensidad que el primero, pero no podía hacer nada para detenerlas o debilitarlas. El tercero no recibió descargas. A continuación los perros fueron introducidos en una jaula grande, llamada lanzadera. En esta etapa se aplicó al perro una descarga eléctrica desde abajo, que podía evitar fácilmente saltando una valla baja para trasladarse al otro lado de la jaula. El perro número uno (al que se había dado descargas que él mismo podía detener) saltó inmediatamente al otro lado. Lo mismo hizo el perro número tres que no había recibido descargas. Pero el perro número dos se quedó quieto, sintiéndose impotente para cambiar la situación. Había aprendido que las descargas eran algo que escapaba a su control. Había aprendido lo que era la indefensión. Si quieres ser feliz en tu trabajo, es importante ser positivo. ¿Y eso cómo se hace? No puedes ir por ahí todo el día “tengo que ser positivo, tengo que ser positivo”. Eso a lo mejor pone a tus compañeros un poquito de los nervios… La verdad es que en muchas empresas se busca lo negativo. Todo lo que va bien pasa desapercibido, pero en las reuniones se habla sobre todo de problemas; se mandan emails cuando se cometen errores; las llamadas de teléfono son sinónimo de clientes descontentos y las conversaciones se tienen para resolver conflictos. Esto refuerza constantemente la sensación de que las cosas van mal, de que no se puede hacer nada para cambiarlo y la gente termina como el segundo perro del experimento de Seligman: dándose por vencida. La investigación llevada a cabo por Seligman en el campo que el llama psicología positiva demuestra claramente que a las personas positivas y optimistas les va mucho mejor que a las negativas. Por ejemplo, la gente positiva: Tiene mayor calidad de vida.Vive más años.Es más sana.Le va mejor en el trabajo.Se deprime menos.Tiene más amigos y una vida social más rica. Y esto no es todo: En nueve de diez elecciones presidenciales celebradas en EE.UU. entre 1948 y 1984, el candidato más optimista se alzó vencedor.Los equipos deportivos optimistas barren a los pesimistas. Estas son razones de peso para se positivo. A pesar de que el estudio de Seligman muestra que resulta fácil aprender a ser negativo, pesimista e indefenso, también nos indica que es posible autoenseñarse a ser positivo. En un experimento realizado en una empresa, Seligman convenció a una aseguradora para que contratase a un grupo de personas que a priori no poseían las cualificaciones necesarias para trabajar en la empresa, pero que mostraban gran positividad y optimismo. Pasado un tiempo, este grupo llegó a superar a todos sus compañeros, mucho más preparados, pero menos positivos. Piensa en ello un momento: ¿Qué clase de persona quieres ser en tu trabajo? El positivo, animado, feliz y sonriente que trabaja activamente para mejorar las cosas? ¿O el negativo gruñón pesimista que ya se ha dado por vencido y aceptado que las cosas están mal y que nunca cambiarán? Aquí van algunas cosas que puedes hacer para volverte más positivo tú y a todos los que te rodean. Elogia El Kjaer Group, una empresa danesa que vende coches en países en vías de desarrollo, introdujo hace unos años la Orden del Elefante. Es un muñeco de peluche gigantesco que cualquier empleado puede conceder a otro, explicándole siempre por qué piensa que merece la Orden. El elefante se queda junto al elogiado un par de días. Resulta difícil pasar por alto un peluche de 60 cm colocado junto a la mesa de alguien. Los demás empleados, cuando ven el elefante, se paran y preguntan: “¡Oye, tienes el elefante! ¿Qué hiciste?”, lo que, por supuesto hace que lo positivo y las mejores prácticas empresariales circulen y se cuenten una y otra vez. Es una manera excelente, sencilla y barata de potenciar el aprendizaje y la felicidad en el lugar de trabajo. El elogio es probablemente el método más efectivo, con diferencia, de hacer a la gente feliz en el trabajo: Todo el mundo puede hacerlo. Es fácil. Funciona. No lleva tiempo y no cuesta dinero. Recuerda que un buen elogio es: Pertinente: no elogies por elogiar. Tiene que hacer una razón para hacerlo.Oportuno: elogia en cuanto haya razón para ello.Personal: adapta el elogio para esa persona en concreto. Si quieres más puntos: Elogia a alguien con quien no suelas hablar. Es una manera estupenda de entrar en contacto.Elogia al jefe. Los jefes no reciben prácticamente elogios de sus subordinados. ¡Cuidado! Sólo valen los elogios sinceros: ¡no a los aduladores serviles!Si te gustan de verdad los desafíos, elogia a alguien que no te caiga bien o quien choques continuamente. Es una manera genial de empezar a rodar. ¿No se te ocurre nada positivo sobre esa persona? Inténtalo otra vez: siempre hay algo. Otra cosa: no olvides que también se puede elogiar a la gente por lo que es, no sólo por lo que hace. Los entornos de trabajo donde se respira más felicidad utilizan esta técnica para crear una cultura del elogio, donde es costumbre detectar y apreciar las buenas acciones y a las buenas personas. ¿Qué filosofía crees tú que hará más feliz a la gente en su trabajo? Atrapar a quienes cometen errores y castigarlos enseguida o Darse cuenta de quienes hacen las cosas bien y elogiarles enseguida Yo sin dudarlo opto por la segunda; lo que no significa que no se pueda criticar a la gente y corregirla cuando se equivoca. De hecho, si alguien está acostumbrado a que le elogien cuando hace las cosas bien, estará más abierto y positivo frente a la crítica. Algunas maneras estupendas de elogiar son: En persona: No hace falta montar toda una ceremonia de elogio. Simplemente ve hacia tu compañero, dile lo que quieres decir y vuélvete a tu puesto de trabajo. No te quedes ahí esperando a que él te elogie a ti. Tampoco añadas: “…aunque tienes que mejorar tu…” después de elogiarle. Eso lo estropea todo. Ayúdate de un objeto simbólico, como el elefante del Kjaer Group. Un objeto reconocible por todos contribuye a crear una cultura del elogio dentro de la empresa. Si encuentras algo con significado para la empresa, aún mejor. En las paredes: La agencia de innovación londinense What If! tiene las paredes de la zona de recepción y reuniones escritas con elogios a los empleados. Cualquier empleado puede proponer las buenas acciones realizadas por otro y las mejores quedan inmortalizadas en letras grandes y a todo color pegadas en las paredes y techo de la zona más transitada de la oficina, donde las pueda ver más gente. El poncho: Este es un ejercicio que inventamos para nuestro taller de Felicidad en el Trabajo y nunca falla. Dura unos 15 minutos y funciona bien en grupos de un máximo de 40 personas. Sólo se necesita un pliego doble de papel y un rotulador por persona. Dale a cada uno un pliego. Pídeles que hagan un agujero en el centro del papel y que se lo pongan como si fuese un poncho. Dale a cada uno un rotulador. Cuando todos se hayan puesto el poncho de papel, dales las siguientes instrucciones: “Vayan moviéndose por la sala y escriban en la espalda de los demás. Escriban qué les gusta y aprecian de esa persona, las cosas que le salen mejor, en qué es bueno. Escriban en la espalda de tantas personas como sea posible”. Dales tiempo suficiente para escribir en todos. Los grupos de 10-20 personas necesitarán como 5 minutos; los grupos más grandes, quizás 10. Mi parte preferida del ejercicio del poncho es cuando se forman cadenas de 5-10 personas, cada uno escribiendo en la espalda del que tiene delante. Cuando hayan terminado de escribir unos sobre otros, diles esto: “Seguro que todos se están preguntando qué les han escrito los demás en sus ponchos. No se quiten los ponchos y siéntense. Durante un minuto no pueden hablar. Sólo pueden leer lo que hay escrito en sus ponchos y disfrutarlo. Quítenselos ahora y a leer”. Dales un minuto más o menos para que lean los ponchos; luego da por terminado el ejercicio y dales las gracias por haber participado. Hemos hecho este ejercicio con jefes, empleados, funcionarios, maestros de escuela, trabajadores sociales, secretarias, técnicos de laboratorio, guardas de instituciones penitenciarias, cocineros y muchos otros grupos de profesionales: siempre funciona. A los participantes les gusta especialmente: Lo fácil que es elogiar.Es fácil recibir elogios: no tienes que decir nada, sólo disfrutarlo.Se enteran de las cosas de ellos que los demás aprecian.Pueden guardarse los ponchos y leerlos siempre que necesiten una palabra de ánimo. ¡Pruébalo! Lleva un registro de felicidad en el trabajo Al final de cada jornada de trabajo, antes de irte a casa, dedica unos minutos a anotar cinco cosas que te han hecho feliz en el trabajo ese día. Escríbelo en el ordenador antes de apagarlo o simplemente en un trozo de papel. Grandes o pequeñas, no importa. Escribe cinco cosas que hayan contribuido a hacer tu día un poco mejor. Terminar un proyecto a tiempo. Hablar con un compañero agradable. Día de escalope en el comedor. ¡Cualquier cosa! Si no se te ocurren cinco cosas para la lista, escribe todas las que puedas. Si no te viene nada bueno a la cabeza, puede ser por dos razones: ha sido un día malo o no estás acostumbrado a recordar las cosas buenas que te pasan durante el día. Pongamos que has tenido diez buenas experiencias en el trabajo y una mala. Si te vas a casa pensando sólo en la mala, ese día se quedará en tu memoria como un mal día. Hasta te parecerá que has tenido un mal día. Como la mayoría de la gente tiende a recordar las experiencias negativas mejor que las positivas, es buena idea aplicarse más para recordar las buenas. Un registro de felicidad en el lugar de trabajo es una forma sencilla y efectiva de hacerlo. Reuniones positivas Los experimentos psicológicos pueden ser muy tramposos y este no era la excepción. Se trataba de observar qué ocurría durante las reuniones. El formato era muy simple: Se pedía a varios grupos que llegaran a un acuerdo sobre un tema polémico. Aquí está la trampa: Sin que los demás participantes lo supiesen, uno de ellos era un actor contratado por los investigadores. El actor era el primero en tomar la palabra en los debates. En la mitad de los experimentos decía algo positivo y en la otra mitad, empezaba con una crítica. Después se limitaba a participar en el debate como los demás. El experimento demostró que cuando lo primero que se decía en la reunión era positivo, toda la puesta en común resultaba más constructiva; la gente escuchaba más y había más probabilidades de alcanzar un consenso. Cuando se empezaba con una crítica, el clima general se volvía más hostil; la gente era más proclive a discutir y el consenso resultaba más complicado. La conclusión de los investigadores fue que la manera en que una reunión comienza influye en gran medida en el tono del debate posterior y en las posibilidades de que el grupo llegue finalmente a un acuerdo. ¡Ah, las reuniones! La actividad más energizante, creativa y divertida del lugar de trabajo. ¿Qué oigo? ¿Qué no lo son? Bueno, pueden serlo. De hecho, deberían serlo. Aquí tienes un consejo que puede ayudar a tu grupo a dar un paso en la dirección correcta. Muchos grupos, equipos de trabajo o departamentos inician sus reuniones con una rueda en la que cada participante cuenta en qué está trabajando, y a menudo esta se convierte en una letanía de quejas y problemas. Sin embargo, como muestra la experiencia mencionada antes, esto posiblemente afecte negativamente toda la reunión. En vez de esto, abre las reuniones con una rueda en la cual cada persona responda a una de estas preguntas: ¿Qué he hecho desde la última reunión que lo que me siento orgulloso?Nombrar una persona que me haya ayudado desde la última reunión.¿Cuál es mi mayor ilusión/deseo para la próxima semana / el próximo mes?¿Qué es lo más divertido que me han contado esta última semana ? Elige una pregunta distinta para cada reunión e invéntate tú algunas, siempre y cuando apunten a algo positivo. No dediques mucho tiempo a este ejercicio, da a cada participante sólo medio minuto para compartir algo positivo con el grupo. Puede cambiar el ánimo de la reunión por completo cuando se comienza con algo positivo en vez de la habitual rueda de quejas individuales y colectivos. Divertirse Una directiva de la Southwest Airlines pasó todo un día trabajando en el mostrador de ventas de pasajes y con el personal de tierra para comprender mejor sus funciones. Mientras ayudaba a dirigir un avión hacia la puerta usando uno de esos largos aparatos anaranjados de señalización, uno de los miembros personal de tierra, con bastantes años de oficio, le indicó que rotase sus muñecas haciendo círculos con las manos. Cuando lo hizo, ¡el avión dio una vuelta de 360º! Comenzó entonces a gritar, pensando que había enviado una señal equivocada al piloto. En realidad, el personal de tierra había avisado al piloto de que había una “novatilla” dando indicaciones al avión y que querían divertirse un rato con ella.. El piloto se apuntó a la diversión con gran entusiasmo. La diversión es importante, y cualquier trabajo puede ofrecerla. Incluso en las situaciones más serias, la diversión hace el trabajo más llevadero. Tenemos que crear espacio para la diversión en el trabajo. Olvídate de la idea de que la diversión es poco profesional y frívola. Incluso si no estás de humor para divertirte ese día, permite que los demás lo hagan, nunca les arruines el momento. Y además, lo que es igual o más importante, no obligues a la gente a participar. Algunos estarán por la labor ese día, otros no. No debes preocuparte tanto por lo que es apropiado o adecuado. La diversión proviene de ser espontáneo y abierto. Prueba con algunas estrategias y fíjate en qué da resultado. Acción pro-felicidad nº2: Aprender Michael, un programador de treinta y pocos años, se me acercó después de una presentación que hice y me contó su historia. Trabajo como programador en un banco importante. Antes todas las semanas, trabajaba mis 40 horas (casi 50 diría, pero bueno) y cobraba un buen salario. Era un buen trabajo en una buena compañía; mi jefe era un buen tipo; mis compañeros de trabajo eran personas sencillas, y el trabajo estaba bien. Pero con el paso del tiempo, sentí como que algo me faltaba. El trabajo era agradable y seguro, pero sentía que había facetas mías que nunca llegaba a usar. Deseaba hacer un trabajo del que realmente pudiera sentirme orgulloso. Quería dejar de ser uno más del montón. Y sobre todo, nunca me sentía entusiasmado con lo que hacía. Entonces me pregunté de qué manera podría mejorar esta situación. Encontré tres opciones: Ser más creativo y trabajar en una mayor variedad de proyectos, es decir lo opuesto a limitarme al mantenimiento de los programas internos del banco. Divertirme más en el trabajo. El clima en el departamento era muy formal y profesional. Adquirir nuevas habilidades profesionales. Le consulté a mi jefe acerca de esto, y se mostró dispuesto a darme su apoyo. Diseñamos un plan para realizar algunos cursos y obtener certificaciones, y descubrimos algunas tareas nuevas en las que yo podría trabajar. Buscamos la colaboración de compañeros del grupo con nuestras mismas expectativas y trabajamos para alegrar el ambiente general todos juntos. Para mi sorpresa, esto no cambió sólo un poco mi vida laboral: la transformó del todo. Con mis nuevas habilidades, nuevos proyectos y una atmósfera más positiva en el trabajo, pasé de sentirme “bien” con mi trabajo, a sentirme realmente contentísimo. También trabajo mucho mejor. En parte, porque he incrementado mis habilidades y mi experiencia laboral, pero principalmente porque me siento mucho más motivado ahora. La diferencia entre sentirme “pasable” con mi trabajo y estar feliz con él ha sido tremendamente grande. No importa cuánto disfrutes de tu trabajo hoy, si haces exactamente las mismas cosas de la misma manera por mucho tiempo, tarde o temprano dejarás de disfrutarlo. Los seres humanos somos máquinas de aprender, que aprendemos de todo lo que se encuentra a nuestro alrededor. Y amamos esa sensación de sentirnos mejores y más “sabios”. Crecemos o bien nos encogemos; no existe el término medio. Cuando encoges te sientes mal; si creces te sientes realmente, pero realmente bien porque te permite: Saber que ahora haces tu trabajo mejor que nunca.Ser curioso y aprender sobre algún tema.Saber que puedes adquirir las habilidades que necesitas para tener éxito.Ampliar tus horizontes. Michael tomó la iniciativa y adquirió algunas habilidades profesionales nuevas que le permitieron disfrutar más de su trabajo. Pero descubrió también lo que les da felicidad en el trabajo, tanto a él como a sus colaboradores, y pudo utilizar lo aprendido para crear una atmósfera alegre y agradable en su departamento junto jefea su jefe. Cuando no aprendemos en el trabajo, todo se torna mucho menos ameno. Cuando trabajaba para el gobierno federal aquí en Canadá, sugerí que todos dispusiéramos de nuestros fondo de perfeccionamiento libremente. Poder gastar tus 700 dólares (!) anuales en carpintería si se te antojaba, siempre y cuando te sirviese para seguir aprendiendo cosas. La respuesta fue: “La reina no paga cursos de tejido.” ¡Me fui al poco tiempo! —Comentario en positivesharing.com “La reina no paga cursos de tejido”- ¡una frase para la posteridad! Bueno, si lo hubiera hecho, tal vez no habría perdido un empleado valioso. Peter Senge es el padre del concepto “organizaciones en constante aprendizaje”, las cuales define como: Organizaciones donde la gente continuamente amplía su capacidad para crear los resultados que verdaderamente desea; donde se fomentan patrones de pensamiento nuevos y expansivos, donde se liberan las aspiraciones colectivas , y donde la gente continuamente aprende a ver el todo. Existen muchas maneras de aprender en el lugar de trabajo. Se pueden aprender habilidades profesionales y mejorar en el trabajo, o se puede aprender sobre uno mismo, sobre la gente que nos rodea, y sobre el lugar mismo. Realmente, el aprendizaje puede incorporarse a toda actividad laboral, haciendo el trabajo más llevadero y más ameno. Se puede celebrar una reunión y aprender. Se puede trabajar en un proyecto y aprender. Se puede trabajar solo y aprender. Se puede conversar con compañeros de trabajo y aprender. He aquí algunas maneras fantásticas de seguir aprendiendo en el trabajo. ¡Tomar un curso de algo, de lo que sea! Pixar, la compañía conocida y adorada por películas como Toy Story y Buscando a Nemo, ha creado algo que denominan Pixar University, en la que los empleados toman clases de cinematografía, por supuesto, pero también de cerámica, teatro e improvisación, escultura, dibujo y mucho más. ¿En qué ayuda un curso de cerámica a convertirte en un mejor empleado de Pixar? Randy S. Nelson, Decano de la Pixar University, lo explica así: Hemos pasado de ser un empresa que gira en torno a las ideas a girar en torno a las personas.En vez de desarrollar ideas, desarrollamos personas. En vez de invertir en ideas, invertimos en personas. Estamos tratando de crear una cultura del aprendizaje, llena de eternos estudiantes. La gente talentosa no necesita hacer trucos de magia para ser interesante, pero es un don estar interesado. Queremos una organización colmada de gente interesada2. He disfrutado haciendo cursos de pintura, de redacción creativa, de teatro e improvisación y de canto, y aunque ninguno de ellos está directamente relacionado con el trabajo que realizo, todos me ayudan a crecer y desarrollarme. Uno nunca sabe cuando algo que parece totalmente irrelevante va a despertar nuestra creatividad, precisamente porque no está directamente relacionado con nuestro campo de trabajo. Pixar se ha dado cuenta de que la gente feliz hace mejores películas, y que el aprendizaje desempeña un papel clave en esa felicidad. No importa lo que están aprendiendo, siempre y cuando estén aprendiendo, creciendo y desarrollándose- y divirtiéndose al hacerlo. Enterarse de algo nuevo sobre un compañero de trabajo todos los días. ¿Qué sabes acerca de tus compañeros de trabajo? ¿Sabes quién tiene hijos, y cuántos tiene? ¿Quién tiene tal o cuál hobby? ¿A qué lugar fueron las últimas vacaciones? ¿Qué los hace felices o infelices en el trabajo? Interésate de verdad y asimila por lo menos un nuevo hecho todos los días. Cuánto más sabes sobre la gente que te rodea, más fácil es crear una atmósfera de trabajo positiva, con mejor comunicación, mejor entendimiento y menos conflictos. Aprender en las reuniones Los profesores adjuntos de psicología Alexandra Luong y Steven G. Rogelberg sostienen la teoría de que “tener demasiadas reuniones y dedicar demasiado tiempo a ellas por día puede tener consecuencias negativas sobre el individuo”. Estos científicos hicieron que un grupo de voluntarios llevara un diario durante cinco días laborables, respondiera las preguntas de una encuesta después de cada reunión a la que asistieran, y también al finalizar la jornada laboral. Ese fue el experimento. Los resultados fueron claros, y deprimentes para todos aquellos que asistimos a muchas reuniones. Cuanto más numerosas y largas eran las reuniones, más eran los efectos negativos que experimentaban. Se cansaron más, se pusieron más irritables y se sintieron abrumados por sus trabajos. En otra encuesta, más de un 80% de los trabajadores del Reino Unido dijeron que por lo menos la mitad de las reuniones de trabajo a las que asistían eran innecesarias e improductivas. Las reuniones ocupan gran parte de nuestra semana laboral, y a pesar de ello, pocas son las personas que se interesan realmente por organizarlas mejor. Tendemos a dar por sentado que cada departamento, grupo de trabajo o equipo tiene la capacidad de realizar reuniones eficientes. Como lo demuestran las encuestas arriba mencionadas, esto simplemente no es así. He aquí algo que puedes hacer para resolverlo. Al finalizar cada reunión, tómate un momento para conversar sobre estas cuestiones: ¿Qué salió bien en esta reunión?¿Qué podríamos haber hecho mejor?¿Logramos el objetivo propuesto para la reunión?¿Qué modificaremos para la próxima reunión? Si uno no se toma un tiempo para aprender de lo que estás haciendo, ¿cómo vas a progresar? Responder las preguntas anteriores tomará cinco minutos, y probablemente te ahorre diez minutos para la próxima reunión. De este modo, la crítica constructiva puede lograr que nuestras reuniones sean amenas, en vez de ser una pesada carga que succione la energía y el humor de todos. Enseñar Cuando empecé en mi nuevo trabajo, tenía muchos problemas con el uso de los sistemas informáticos. Un día le pregunté a uno de mis compañeros cómo se hacía una determinada cosa. De inmediato, dejó de lado todo y dedicó toda la tarde a enseñarme a usar el sistema. Esto me hizo muy feliz, porque me permitió mejorar en mi trabajo, pero sobre todo porque me demostró que las personas de mi nuevo empleo estaban dispuestas a ofrecer su tiempo para ayudarse unas a otras y para enseñar a otros lo que sabían. Una de las mejores maneras de aprender es enseñar. Como esta historia demuestra, esta es otra magnífica manerade hacer felices a los demás en el trabajo. ¿Qué puedes enseñar a otros? ¿Qué consejos y trucos puedes ofrecerles? Intercambiar trabajos En Southwest Airlines, los empleados intercambian sus tareas regularmente. No, los maleteros no pilotan los aviones, pero pueden acompañar al piloto por un día para ver en qué consiste su trabajo. Y los pilotos se convierten en personal de mostrador; los ejecutivos intentan hacer tareas del personal de tierra, y los auxiliares de vuelo se convierten en ejecutivos. En una ocasión, un maletero explicó cómo siempre había envidiado a los pilotos. Estaba abajo, en la pista de despegue al rayo del sol, en días muy calurosos, cargando y descargando el equipaje, y desde el lugar donde se encontraba parado podía ver al piloto, sentado en la cabina, tomando un helado. ¡El suertudo hijo de mala madre! Pero después de acompañar a un piloto en su tarea, pudo realmente comprender su trabajo. Probablemente, aquel piloto estaba levantado desde las 4:30 de la mañana, y volando sin hacer escala alguna desde esa hora. Está tomando un helado, porque no tiene tiempo para tomar un verdadero almuerzo; el avión vuelve a salir en diez minutos. Esto también se da a la inversa: si el avión está retrasado, los pilotos de Southwest con frecuencia dejan la cabina para colaborar con el personal de tierra con la carga y descarga de maletas. Esa es la actitud de respeto mutuo y colaboración que una compañía propicia cuando los distintos grupos de empleados tienen una visión general del mundo de cada uno de ellos. La mayoría de los conflictos entre grupos de empleados surge cuando las personas no se comprenden las unas a las otras. Ponerse en el lugar del otro por algún tiempo es la mejor manera de conocer y relacionarse con la gente y de conocer sus tareas, para luego poder trabajar mejor todos juntos. Probar cosas nuevas Un profesor de cerámica anunció el primer día de clase que dividiría el grupo en dos. Todos los que se encontraban en el sector izquierdo del estudio, dijo, serían calificados teniendo en cuenta únicamente la cantidad de trabajo producido, mientras que los del sector derecho únicamente por su calidad. Su proceder fue simple: El último día de clases traería la báscula de baño y pesaría el trabajo del grupo de la “cantidad”: Cincuenta libras (23Kg) de cacharros equivaldrían a una “A” (sobresaliente), cuarenta libras (18,4Kg) a una “B”(notable), y así sucesivamente. Aquellos evaluados por la “calidad”, sin embargo, tenían que producir sólo un cacharro, pero debía ser perfecto para obtener una “A”. En fin, se acercó el día de evaluación y surgió un hecho curioso: Los trabajos de mejor calidad habían sido logrados por el grupo que era calificado por cantidad. Pareciera que mientras el grupo de la “cantidad” estaba muy ocupado produciendo pilas de cacharros como churros- y aprendiendo de sus propios errores- el grupo de la “calidad” se había sentado a teorizar sobre la perfección y al final tuvieron poco para mostrar a pesar de los grandes esfuerzos, sólo ostentosas teorías y un montón de arcilla muerta. – Extraído del libro Art & Fear (Arte y miedo) de David Bayles y Ted Orland. Si siempre haces las cosas de la misma manera, ¿cómo vas a encontrar algún día una forma mejor de hacerlas? Prueba nuevos métodos y observa qué sucede. Sí, te irá mal alguna que otra vez, pero el fracaso es una muy buena manera- y a veces la única- de aprender. Cometer errores más rápido. Randy Nelson, de Pixar tiene otro gran dicho: Debes celebrar el fracaso, porque el fracaso es sólo el espacio negativo que rodea al éxito. No importa cuantas veces te digas que “el fracaso no es una opción”, el fracaso es siempre una opción. Cerrar los ojos ante este hecho sólo te hace tener más probabilidades de fracasar. Presionar a la gente para que siempre tenga éxito aumenta la probabilidad de errores, porque: Las personas que trabajan bajo presión son menos eficientes.La gente se resiste a comunicar malas noticias.La gente cierra los ojos ante toda señal de problemas. Esto es verdad especialmente cuando se castiga por cometer errores. El Jefe Peter Drucker, llamado el supergurú, hizo una sugerencia provocadora: que las empresas encontrasen a aquellos empleados que nunca cometían errores y despedirlos, porque los empleados que no cometen errores nunca hacen algo interesante. Admitir que los errores ocurren y subsanarlos de manera constructiva cuando aparecen reduce las probabilidades de que surjan. El fracaso es con frecuencia el sendero que conduce a nuevas y emocionantes oportunidades, que no hubieran aparecido de otro modo. Cerrar los ojos al fracaso significa cerrar los ojos a estas oportunidades. Menlo Innovations, una compañía informática de Ann Arbor, Michigan, tiene un gran cartel colgado en su oficina que dice: “¡Comete errores más rápido!” Saben que hacer cualquier cosa interesante e innovadora implica cometer ocasionalmente errores , y que la clave está en fracasar al principio y aprender de ello. Acción pro-felicidad nº3: Ser Abiertos ¿Te permite tu compañía ser abierto y sincero? ¿Puedes expresar lo que realmente piensas? ¿Puedes mostrar cómo te sientes realmente? ¿Puedes ser tú mismo, o necesitas esconderte detrás de una conducta profesional y corporativa para ser aceptado? Tenemos muchas más posibilidades de ser felices en el trabajo si podemos ser nosotros mismos y comportarnos como deseamos. Por el contrario, tener que ocultar permanentemente nuestros pensamientos y emociones reales nos hará infelices en el trabajo. Esta apertura debe ser recíproca – debe darse también desde la compañía hacia los empleados. ¿Cómo se trata la información en tu empresa por defecto? Casi todo es secreto. Le diremos a la gente lo que necesita saber.Casi todo es abierto. Sólo unas pocas cosas son secretas y sólo si es absolutamente necesario. La mayoría de las empresas se inclinan más al secretismo, lo cual es un error en lo que a felicidad en el trabajo se refiere. Compartir información con las personas las hace sentir confiables y valoradas. Si los empleados realmente saben qué está sucediendo, se sienten más eficientes y mejor preparados para tomar decisiones correctas. La apertura también implica sinceridad y justicia. Si una empresa es falsa e injusta, no es abierta, y si tu empleo no te permite ser abierto, franco y justo, seguramente te hará una persona infeliz. Expresar lo que sientes “¿Realmente tiene que ser así?” Anna no podía dejar de preguntarse por qué su nueva jefa trataba a sus empleados de manera tan cruel y grosera. ¿No se daba cuenta de que eso sólo los transformaba en personas negativas, cínicas y desmotivadas? Ser la última en llegar la ponía en una situación complicada: podía ver con facilidad que las cosas no andaban bien, pero a la vez se veía impotente para resolverlas. Finalmente, después de ver cómo la jefe una vez más menospreciaba a un compañero de trabajo, Anna decidió hacer algo al respecto. Algo ansiosa e inquieta, acordó una reunión con ella. En la reunión, explicó con cuidado cómo estaba afectando el comportamiento de su jefa a todas las personas del departamento, y cómo pensaba que deberían ser las cosas. Para su sorpresa, la jefejefa la escuchó y gradualmente empezó a modificar su conducta. Con la ayuda de Anna, ha comenzado a elogiar a sus empleados; a pedirles sugerencias, a solicitar cosas amablemente en vez de dar órdenes. La jefe también ha descubierto que este tipo de comportamiento es más adecuado, más agradable y mucho más eficaz que su viejo estilo autocrático. Por difícil que parezca, la única manera segura de crear esta apertura es que cada uno de nosotros exprese lo que realmente piensa. No hace falta ser groseros o descorteses, pero debemos expresar lo que realmente está pasando por nuestra mente, especialmente si se trata de algo que nos cuesta decir. Si no puedes decir lo que piensas, es muy probable que te sientas muy descontento con tu trabajo. Mostrar lo que sientes El departamento de asistencia informática de la compañía Leo Pharma, con sede a las afueras de Copenhague, Dinamarca, es importantísima dentro de la organización. Si informática no atiende al teléfono, los 4.000 empleados de Leo no tienen a quien recurrir con sus dudas y problemas relacionados con los ordenadores. Para garantizar que haya una persona siempre atendiendo al teléfono, hay un gran panel blanco con espacios para los nombres de los técnicos muestra quien está atendiendo en cada momento. El departamento de informática sabe que las personas tienen días buenos y malos, y les parece bien. Su política es simple: Cuando los empleados llegan por la mañana, pueden colocar una etiqueta magnética verde o roja junto a su nombre. La verde significa “Hoy tengo un buen día”, y la roja, “Hoy tengo un mal día”. Cuando un compañero de trabajo entra furioso sin decir buen día, coloca la etiqueta roja junto a su nombre, y se sienta en su escritorio con el ceño fruncido, no tienes que preguntarte: “¿Fue algo que dije?” Esta es una política fantástica que hace posible dos cosas: Permite que los demás sepan quién tiene un buen día y quién un mal día, y a aquellas personas con los indicadores rojos se les da un pequeño espacio y libertad. Si alguien coloca un marcador rojo todos los días durante una semana, queda entonces claro que se debe tomar las medidas necesarias para ayudar a esa persona.Está permitido tener un mal día. Todos tenemos días malos, pero si tienes que ocultarlos y simular que estás alegre, te costará mucho más tiempo en deshacerte del mal humor. Algo que a menudo sucede en Leo es que un empleado coloca un indicador rojo por la mañana, y más tarde, esa misma mañana lo cambia por uno verde. Cuando a las personas se les permite tener un mal día, se recuperan mucho más rápido y existen menos posibilidades de que contagien su mal humor a sus compañeros de trabajo. Es interesante observar hasta qué punto toda la gama de emociones humanas naturales no se aceptan en el lugar de trabajo. Parece existir una creencia ampliamente difundida de que somos profesionales en el trabajo, y que ser profesional es abordar tu trabajo racionalmente y sin emociones. Los negocios preferirían que actuáramos más como Spock, el oficial científico vulcano de Star Trek, que dijo la célebre frase: “Las emociones me son ajenas . Soy un científico”. La profesora Teresa M. Amibile ha estado investigando el modo en que el ambiente de trabajo influye sobre la motivación, la creatividad y el rendimiento de los in6dividuos y de los grupos. En una entrevista en el sitio Web de la Facultad de Economía de Harvard, identificó tres puntos principales: Las personas tienen vidas laborales interiores cotidianas increíblemente ricas; las emociones, motivaciones y percepciones relativas a la atmósfera de trabajo impregnan su experiencia diaria.Estos sentimientos afectan intensamente el rendimiento diario.En estos sentimientos, tan importantes para nuestro desempeño, influyen a su vez hechos cotidianos concretos.4. Por lo tanto, experimentamos fuertes emociones en el trabajo, provocadas por lo que sucede en el lugar, y estas influyen sobremanera sobre nuestro desempeño. Por supuesto que sí; somos seres humanos en el trabajo y fuera de él, y los seres humanos tenemos emociones. “Las emociones me son ajenas. Soy empleado de Acme Inc”. No es así como trabajamos. Es importante que mostremos nuestras emociones positivas porque esa es una de las mejores formas de contagiar la felicidad a otros, como ya vimos en el Capítulo 2. Si eres realmente feliz y no lo demuestras, el sentimiento desaparecerá rápidamente en ti y en los demás. También es importante mostrar las emociones negativas. Si algo en el trabajo nos enfada, desilusiona o entristece y no se nos permite expresarlo, pueden suceder tres cosas: La emoción se hace más fuerte, porque la situación no se resuelve y no se te permite expresarlo, es probable que por ello el sentimiento se intensifique.Que lo dejes para más tarde: En vez de mostrar tu enojo en la reunión que te lo provocó, arremetes contra un compañero de trabajo, contra el empleado de Starbucks que se olvida de poner leche de soja en tu café con leche, o incluso contra tu familia.El efecto ketchup: Los sentimientos reprimidos durante mucho tiempo se liberan repentinamente todos a la vez y explotas por algo insignificante. Con todo, es mucho más saludable expresar las emociones negativas cómo y cuándo suceden. No estoy diciendo que deberíamos ser todos hiperemocionales; existen maneras constructivas para manejar las emociones negativas en el trabajo. Si estás insatisfecho con algo, reclama constructivamente. Quejarse de manera constructiva La queja puede ser una gran herramienta para iniciar el cambio. Es bueno ser positivo, pero si declarásemos ilegal quejarse en el lugar de trabajo , como algunas compañías parecen intentar hacer, se volverían aún más tóxicas y enérgicas Es importante aceptar que la queja desempeña un rol preponderante en los negocios, pero la clave en este punto es conocer la diferencia entre la queja constructiva y la estéril. He aquí las diferencias: Estéril: Reclamar ante cualquiera que escuche. Constructiva: Reclamar ante alguien que pueda hacer algo para solucionar el problema. Si tu jefe es el problema, quejarte ante tus compañeros de trabajo puede ser divertido, pero no cambia nada. Tienes que quejarte ante tu jefe o al jefe de tu jefe. Estéril: Quejarte cuando te encuentras de lo más enfadado. Constructiva: Tienes que quejarte en el momento adecuado. Elige un momento donde haya tiempo suficiente, voluntad y energía para tratar el problema de manera constructiva. Cinco minutos antes de una reunión importante, probablemente no sea “el” momento. Estéril: Señalar a otros. Constructivo: Mírate a ti mismo primero. Antes de expresar una queja, observa a tu alrededor para saber si eres el único que tiene el problema. Trata de reconocer aquellas situaciones donde todo está bien en realidad, y tú estás irracionalmente enfadado. ¿Hasta que punto eres parte del problema? ¿Cómo estás contribuyendo a solucionarlo? Antes de quejarte de otros, asegúrate de que conoces bien cuál es su participación. Estéril: Quéjate de lo que más te saca de quicio. Constructivo:Quéjate del problema real. ¿Es el problema realmente el problema? ¿O existe algún asunto más profundo en el trabajo? Quéjate del problema, y no sólo delos síntomas. Estéril: Buscar a quien culpar. Constructivo: Buscar avanzar Abordar una situación con la intención de hacer que la gente admita que es realmente culpable rara vez es productivo ¿Realmente importa quién tiene la culpa? Olvídate del juego de la culpa y concéntrate en avanzar y encontrar soluciones duraderas. Estéril: Reclamar por reclamar Constructivo: Reclama, pero valora también lo que está bien. Quéjate siempre que exista una razón para hacerlo, pero recuerda valorar las cosas buenas también; no lo hagas porque sí. En esencia, la queja constructiva conduce al cambio, mientras que la estéril mantiene el lugar de trabajo en el status quo aniquilando las energías de todos, el optimismo y la fe en que el cambio es posible. Parte del atractivo de la queja estéril es que refuerza una mala situación, pero por lo menos es una situación mala que conoces y ya has aprendido a manejar. Esto fortalece el status quo y te protege del cambio que puede traer nuevos problemas que todavía no sabes cómo manejar. Las personas encuentramos un cierto grado de tranquilidad en esto. Sin embargo, la queja estéril es una espiral de negatividad que puede al final atrapar hasta a la persona más alegre y optimista en un pegajoso infierno perpetuo, ineficaz y mezquino, del cual la gente realmente no busca salir. Lista de tareas pendientes abierta Motek, situado en California, fabrica software administrativo para almacenes y ha introducido la apertura de una manera muy interesante. Cuentan con una lista de tareas pendientes interna de todos los proyectos en curso para toda la compañía, lista a la cual todos los empleados tienen acceso. Esta forma abierta de compartir la información implica que los empleados pueden obtener la información que necesitan para tomar mejores decisiones, lo cual se traduce en gente más feliz y motivada. Los clientes y proveedores de Motek también tienen acceso a la misma lista de tareas pendientes, y con frecuencia, ofrecen ayuda con alguna tarea de dicha lista. Cualquier empleado puede elegir una tarea de la lista y poner una fecha límite para su realización. Si el empleado completa la tarea dentro de ese plazo, recibe 100 dólares adicionales para sus próximas vacaciones. Si no cumple con la tarea, pero lo comunica y pide colaboración para poder cumplir el plazo, recibe de todos modos los 100 dólares. Este es un magnífico modo de fomentar la forma correcta de actuar: está bien no cumplir con los plazos siempre y cuando asumea la responsabilidad y pidas ayuda. Libros abiertos Ricardo Semler es mi ídolo empresarial. He leído todos sus libros y he seguido todo su trabajo, además soy su fan. Completamente y sin reservas, probablemente del mismo modo que las niñas de 14 años son fanáticas de Justin Timberlake. Si alguna vez viene a Copenhague a dar una conferencia, estaré en la primera fila, ¡gritando como loco! ¡Ejem! Permítanme decirlo con otras palabras… Admiro profundamente a Ricardo Semler. Su visión del liderazgo ha sido el motor que ha impulsado una organización tan diferente, tan innovadora y tan exitosa que el mundo de los negocios se ha visto obligado a espabilarse y a prestar atención. Cuando Ricardo Semler asumió el liderazgo de Semco, una pequeña compañía de 100 empleados con sede en São Paulo , Brasil, era el administrador por antonomasia, aunque fuera de la vieja escuela. Trabajaba jornadas larguísimas, reprendía a todos por los errores más insignificantes, y le preocupaban únicamente las ganancias. Luego, un día Ricardo sufrió un colapso a causa del exceso de trabajo y los doctores le dijeron que iba directo a un ataque cardíaco – cruel destino para una persona de 21 años. Este fue el momento decisivo, y desde entonces Ricardo conduce Semco con el firme propósito de convertirla en el mejor lugar de trabajo posible. En la actualidad, cuenta con 3.000 empleados en varias empresas que se dedican desde el desarrollo de Internet hasta la gestión de instalaciones, y son más felices que nunca[4]. Una de las cosas que Semco practica es la apertura. Quieren que sus empleados conozcan la compañía tanto como sea posible, por eso publican sus estados contables para que todos sus empleados los lean, junto con una guía explicativa de las cifras. Esto ofrece a los empleados una visión profunda de la situación en cada momento. Además, las reuniones de la directiva han cobrado carácter público, por lo tanto cualquier empleado puede tomar asiento y presenciar cómo se toman las decisiones importantes. ¿El resultado? Los empleados toman decisiones mejores y más responsables porque saben cómo afectan a la salud de la empresa y se sienten valorados porque están “en el asunto”. |
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